Hoy decidí no aparecer, no mirar, preferí no encontrarme con
nadie y quejarme bajito, revelarme, hacer una huelga en silencio.
Procuré no
hacer nada, yo no conducía el coche, ni siquiera aceleraba, el pedal cedía y el
coche avanzaba. Así, hasta cuatro veces. No patiné, os lo prometo, los trucos
salían solos, emanaban. Fueron tres rondas. En la pantalla hablaban en un inglés
de barrio británico, no escuché, las palabras rebotaban por la habitación. Dos
capítulos cayeron. Y, en una noche, la barrera cayó también.
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